19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. (Mateo 28:19-20)
El sacramento del bautismo está fundamentado en esta cita bíblica del evangelio de Mateo, es el sacramento de iniciación a la fe y a la vida cristiana, pórtico a la vida espiritual, puerta de acceso a otros sacramentos por medio de el:
Somos liberados del pecado
Nos hace miembros del cuerpo de Cristo que es la Iglesia
Nos incorpora a la Iglesia y nos hace participes de su misión
Es un baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo, un baño que purifica, santifica y justifica, deja en el alma un sello espiritual indeleble. Jesús se sometió voluntariamente al bautismo de Juan el bautista para cumplir toda justicia, manifestación de anonadamiento.
Los adultos que reciben el bautismo (catecúmenos) son formados para disponer a recibir el don de Dios en el Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
El bautismo en niños se da pues la naturaleza humana caída y manchada por el pecado original necesita el nuevo nacimiento en el bautismo, una creatura queda purificada por el bautismo. Los ministros que pueden bautizar son: el Obispo, el Presbítero, el Diácono y en una necesidad cualquier persona.
La Santísima Trinidad da al bautizado la gracia santificante de:
Le hace capaz de creer en Dios, esperar y amarlo
Le concede poder vivir y obrar bajo la moción del Espíritu Santo mediante los dones
Le permite crecer en el bien mediante virtudes morales
Los signos del bautismo son: la señal de la cruz, el anuncio de la palabra, uno o varios exorcismos, el agua bautismal, rito del sacramento, la unción del santo crisma, la vestidura blanca y la bendición de cierre.
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