A lo largo de nuestra vida, sobre todo si somos de familia religiosa católica, hemos escuchado hablar sobre la “Eucaristía” o de una manera más sencilla sobre la comunión, el cuerpo de Cristo, la hostia, el pan blanco etc. Todos estos nombres coinciden en algo, en que nos dan vida. ¡Espera! ¿Qué? Si en realidad, la Eucaristía nos da vida, pero no una vida humana, ni tampoco que nos vayamos a ser inmortales, vamos a explicarlo de una mejor manera. La Eucaristía es un Sacramento que culmina la iniciación cristiana, pues Cristo mismo la instituyó en la última cena, la noche en que fue entregado y condenado. ¿Y para que la instituyó? Para perpetuar hasta su venida el sacrificio de la cruz y confiar a su Iglesia el memorial de su muerte y resurrección, es decir, para que pudiéramos tenerle cerca de una manera más palpable, Jesucristo nos ha amado y nos ama a tal grado que se ha querido quedar junto a nosotros, y no sólo para verle si no también para comerle, en el sacramento de la Eucaristía, pues por medio de la fe, creemos que es Cristo mismo quien se encuentra en ese pequeño pedazo de pan y que al entrar en nosotros, hace que nuestra alma se una a la suya, que nuestro corazón se purifique de aquellos pecados con que pudimos ofenderle y que se acreciente la relación entre la persona y Dios. La Eucaristía nos da vida espiritual, nos adelanta la unión que tendremos con el Creador en la eternidad. Es Cristo mismo Sumo y Eterno Sacerdote quien a través de los presbíteros válidamente ordenados (sacerdotes, padres) puede llevar a cabo este sacramento, solo ellos pueden realizar este gran misterio a través de la consagración. En este momento se efectúa la “transubstanciación” ¿Y qué es esto? Es cuando el pan se convierte en el Cuerpo de Cristo, y el vino, en la Sangre de Cristo, dentro de la misa. Por eso es tan importante que sepamos que para la Eucaristía es necesario únicamente pan de trigo y vino de vid, sobre los cuales es invocada la bendición del Espíritu.
Ahora ya sabes que si existe un pan que da vida y que es Jesús quien te espera en el altar para unirte a Él y caminar contigo en todo momento.
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