lunes, 21 de febrero de 2022

Si me ungieron ¿Me voy a morir?

 


El Pueblo de Israel vincula la enfermedad con el pecado y según la ley, la fidelidad devuelve la vida. Pero desde la llegada de Jesucristo, el amor y la predilección por los enfermos, se suscitó  a lo largo de los siglos, haciendo infatigables esfuerzos por aliviar a los que sufren.  

La Iglesia apostólica tuvo un rito propio en favor de los enfermos, atestiguado por Santiago: “¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor” (St 5, 14). 

El 30 de noviembre de 1972, se realizó la Constitución apostólica “Sacram Unctionem Infirmorum” en la que se aclara: “la unción de los enfermos se administra a los gravemente enfermos ungiéndolos en la frente con aceite de oliva debidamente bendecido… o con otro aceite de plantas”; “se considera oportuno también recibirlo cuando el fiel empieza a estar en peligro de muerte por enfermedad o por vejez”. 

Unción comunitaria de enfermos - Parroquia San Juan Evangelista


¿Solamente bajo esos casos se puede recibir este sacramento? NO, sí un enfermo recupera la salud, puede recibir el sacramento nuevamente sí recayó en una enfermedad grave. Igualmente, recibirlo antes de una operación importante y a personas de edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan 

¡OJO!, sólo los sacerdotes pueden administrar el sacramento y  conveniente recibirlo dentro de la Eucaristía, ya que la Penitencia, la Santa Unción y la Sagrada Comunión, en viático, constituyen, cuando la vida cristiana toca a su fin. 


Autoras: Valeria Guadalupe Ramos Obregón y Marcela Aguiñaga Alférez/ Información obtenida: Documento Catecismo de la Iglesia Católica. 

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