Autor: Azucena Ramírez
Recuerdo como si fuera ayer, el sentimiento de alegría que mis padres me causaban cuando por estar enferma me decían “mañana no vas a clases te quedas en casa”, si bien no fueron muchas las veces que lo oí; las pocas ocasiones eran motivos de celebración para mí a pesar de la enfermedad, sabía que podría jugar, y que si no terminaba toda la tarea estaba justificada.
Jamás hubiera pensado que veinte años después serían los maestros quienes nos enviaran ese aviso a padres y alumnos, y no por un día sino de manera indefinida.
En México durante los años 90´s la idea de estudiar desde casa sin asistir a una Institución sólo era real a través de las películas o telenovelas que se veían por la televisión abierta. Para el sector de clase media ni siquiera era una opción que se pudiera llevar a cabo en la vida real.
El “Homeschooling” o Educación en casa, es una modalidad educativa que no es nueva, sino que básicamente es la raíz de toda educación. Antes de la proliferación de escuelas lo más común era que las madres o una institutriz educaran a sus hijos en sus casas, dicha modalidad, también sigue un programa y en la actualidad hay instituciones Nacionales e Internacionales que dan apoyo y guía a los padres que quieran seguirla; por medio de tips de ejercicios, guías educativas, aplicaciones en internet, entre otros.
Son muchas las razones por las que los padres deciden educar a sus hijos en casa, en academias con apoyos externos o bien en la naturaleza, aunque la principal razón es la de estar en desacuerdo con el modelo tradicional de enseñanza que se oferta en el sistema educativo, apostando por una forma de aprendizaje innovadora.
En países como Francia, Italia, Irlanda, Australia o Estados Unidos esta práctica está regulada y son miles las familias que optan por educar a sus hijos en casa con métodos innovadores.
Pero ¿en México? ¿Qué pasa con nuestro país? En México esta modalidad cambia con la creación de la SEP, Las leyes que regulan la educación en México establecen su obligatoriedad y también la obligación de los padres de llevar a sus hijos a la escuela; pero no marcan ninguna sanción al respecto, es decir, ni en el Código Penal Federal, ni en ningún otro Código, Ley o Normativa aparece un delito llamado “no llevar a tus hijos a la escuela”, no existe y, al no existir, no es delito, no se puede castigar.
A pesar de saberlo, el porcentaje de familias que prefieren las clases presenciales en una Institución es mucho mayor que los que prefieren la Educación en casa. Pues la media promedio de padres en México es de clase trabajadora, ambos; tanto el padre como la madre trabaja y es impensable el prescindir de uno de los ingresos por quedarse a educar a sus hijos, precisamente para darles una mejor educación en una buena institución es que se trabaja.
Sin embargo ¿Qué pasa cuando ya NO ES una opción sino que se convierte en LA OPCION? ¿Estaba México preparado para vivirlo? ¿estaban nuestras casas preparadas para este cambio?
La respuesta a estas preguntas se ha ido dando con el paso de los meses, la llegada a México de la pandemia COVID-19 en Marzo 2020 obligó a todas las instituciones educativas a cerrar sus aulas intempestivamente y migrar las clases a los hogares de los alumnos.
De manera accidentada los docentes de las escuelas buscaron la manera de sacar adelante el ciclo escolar a través de diferentes medios tecnológicos como lo fue Whatsapp, Facebook o Youtube. Obligándolos a sacar su lado más creativo y sobretodo más paciente, pues ya no solo era lidiar con los alumnos sino que ahora sería lidiar directamente con los padres de familia.
Momentos de angustia, frustración y estrés se vivieron en los inicios de esta pandemia, pues como era de esperarse no todos los maestros estaban preparados ni con herramientas ni con el dinero que esto requería. Invertir en un celular nuevo, o una computadora o simple hecho de contratar internet de banda ancha han sido las principales crisis económicas que los docentes y muchísimos padres de familia enfrentaron.
Los que lograron sobrevivir a esta primer ola, se acostumbraron y siguen al pie del cañón, y los que no, han tenido que pedir apoyo de familiares para poder sacar el trabajo adelante.
“No sabía que esto iba a durar tanto, y creé un grupo de Whats con las mamás, pero no todas tenían celular, así que a ellas les hablaba por teléfono, me estresaba mucho” – Profra. Carmen Gil (3ro primaria)
“Tuve que comprar internet porque no tenía suficiente datos en mi celular, para enviarle las tareas a los alumnos” – Profra. Anónimo
“La verdad fue horrible, tengo 5 hijos, y todos se tenían que conectar al mismo tiempo, el internet fallaba, y yo también me tenía que conectar para dar clases, imagínate la red colapsada” – Profa. Alejandra (preparatoria)
Los padres de familia desde su trinchera, comenzaron a afrontar esta “nueva modalidad” de la mejor manera posible. Y yo me pregunto ¿cuál es la mejor manera? ¿Podemos decir que los padres que tienen laptops para cada hijo, lo hacen mejor que los padres que solo tienen una televisión sin internet?
Así de injusta es la educación en la actualidad en nuestro país.
El gobierno federal de Andrés Manuel López, ha designado que mientras el semáforo de la pandemia continúe en naranja o rojo las escuelas permanecerán cerradas y las clases se deben transmitir en televisión abierta para todos los alumnos de Instituciones públicas. Las escuelas privadas tuvieron que recurrir a las aplicaciones de redes sociales y al Internet para poder dar clases virtuales.
“Mi hijo se conectan vía Zoom, de 7:30 am a 1:30 pm, les dan receso y tienen actividades de educación física” – Mamá alumno 2do primaria
“Pues ni modo, tengo que hechar un volado en la mañana para saber quien se conecta o no, porque solo tengo una computadora y el celular lo uso para mi trabajo” – Mamá alumnos primaria
Existen muchas caras de la moneda; padres de familia que se las han visto literalmente “negras” para sacar la educación de sus hijos adelante; pues mientras sus trabajos penden de un hilo pues la crisis los ha golpeado tienen que pensar en las colegiaturas, y materiales que se requieren; además de mantener a flote su propio trabajo desde casa con esta situación.
Padres de familia que desean que sus hijos regresen a las aulas porque las clases solo son a través de videos los fines de semana y durante toda la semana tienen que dejarlos con los abuelos, mientras ellos se van a trabajar.
Otros, que odiaban que sus hijos estuvieran pegados en el celular ahora se han resignado pues lo único que los mantiene tranquilos, “quietos”.
Es claro que México no estaba preparado para este cambio en la educación, existe un sentimiento generalizado de que esto termine pronto y las escuelas reabran sus puertas.
Haciendo una analogía de esta situación con un huerto de vegetales, éstos meses han sido sólo el tiempo de siembra, en donde se han sembrado los conocimientos (nuevos o de repaso), las nuevas formas de convivencia (sana distancia), actualización de aulas, incremento del uso de celulares e internet para comunicarnos, entre otros.
Lo me preocupa ahora es el pensar ¿Qué vamos a cosechar en un futuro próximo? ¿Qué clase de egresados se estarán recibiendo de preparatoria, secundaria o primaria? ¿qué tipo de impacto tendrá toda esta situación en la sociedad en los próximos 10 años?
El hombre está hecho para la convivencia, y no para vivir aislado y en soledad. La sociedad se acostumbra a vivir en la indiferencia por miedo al contagio, algunos padres decidieron sacar a sus hijos de las escuelas hasta que se normalicen las situaciones; pero con esto ¿se ayuda o perjudica al estudiante? ¿Qué no acaso el mensaje que se manda es el de huir de los problemas que al final alguien mas los resuelve?
No podemos predecir el futuro, ni cambiar el pasado, pero lo que sí podemos hacer es trabajar en el presente. Seguir trabajando con alegría, dejar el miedo o el desanimo a un lado, y hacer lo mejor posible hasta donde nuestras posibilidades lo permitan.
Estamos escribiendo una historia que será contada por nuestros hijos a sus hijos en la que nosotros no seremos los protagonistas sino ellos, los estudiantes de hoy. Por ahora lo único que nos queda es pedirle a Dios que las cosas no empeoren y que este bache no traiga a la educación en México más deserción, violencia o lo que es peor indiferencia por el prójimo.
“Los míos son felices, disfrutan mucho sus clases, conectarse y platicar a través de la computadora, aunque extrañan a sus amigos” – Mamá alumnos primaria.
“Yo ya quiero regresar a la escuela, extraño mi colegio y jugar en las canchas” – Leo Alumno de 2 primaria
“No conozco la escuela, entre a la prepa y luego, luego fue la pandemia, la materia que mas me gusta es Inglés y la que menos Química y ya quiero conocer como es mi nueva escuela”- Alumna de prepa Anónimo